jueves, 19 de noviembre de 2009

7ª Etapa Camino de Santiago



Portomarín - Santiago de Compostela


Autores:
Arturo Murcia
Francisco Astorga

DESPLAZAMIENTOS COMIENZO DEL CAMINO
CEUTA -BURGOS
BURGOS – RONCESVALLES
EL REGRESO DE LOS PEREGRINOS

ETAPAS RONCESVALLES – ESTELLA
ESTELLA – BELORADO
BELORADO – FRÓMISTA
FRÓMISTA - LEÓN
LEÓN – PONFERRADA
PONFERRADA – PORTOMARIN
PORTOMARÍN - SANTIAGO DE COMPOSTELA

DATOS DE INTERES:
Según nuestros velocímetros.
Kilómetros recorridos, 92.31
Medía alcanzada, 10.00 Km. h.
Tiempo real en la Bicicleta, 9 horas 04 minutos.
Kilómetros acumulados: 753.31

El pueblo de Portomarin con su tranquilidad nos permitió disfrutar de una magnífica noche de descanso, para afrontar con energías renovadas nuestra última etapa de esta aventura.
Como podéis ver en los datos de la jornada aunque fue la más corta, fue la también la más lenta pues decidimos hacerla por el camino original, ya que en toda la documentación que habíamos leído dice que esta parte del camino es el más bonito, y desde luego tienen razón, como se puede comprobar por las fotos que ilustran este relato.

 

 


Tras un intento fallido de hacer mis necesidades, como todas las mañanas. Desayunamos y recogimos nuestras bicicletas que habían "dormido" en la lavandería del hostal junto con las de otros grupos de ciclistas que también pernoctaron en el mismo establecimiento, y partimos bien temprano.
Nos abrigamos bien pues hacía frío y dijimos adiós al tranquilo lugar saliendo por el puente de doña Urraca en dirección a nuestra meta final.
Los ánimos estaban pletóricos aunque en el fondo algo tristes pues sabíamos que se terminaba nuestra aventura.
Al comienzo de la mañana te encuentras nada más salir un buen repechón que obligaron a nuestras castigadas piernas a calentarse rápidamente.


 





 


La presencia de peregrinos será constante a lo largo de toda la jornada, pero cabría hacer la salvedad, que estos peregrinos no tenían el mismo aspecto que los que vimos en las primeras jornadas pues se notaba que muchos de ellos habían comenzado el camino hacia poco, ya que su ligereza de equipaje y su aspecto fresco y limpio los delataba.
Comienzo de pista tras superar el repecho pasamos por una zona de toboganes que superamos a buen ritmo pues pretendíamos dejar atrás el gran número de peregrinos a píe, para no tener que encontrarlos por los caminos estrechos, cosa que hubiese sido engorrosa.
Durante este recorrido que fue más o menos de unos 15 Km. vimos a lo lejos un par de ciclistas que alcanzamos a la entrada de un camino medio asfaltado.


Enseguida entablamos conversación con ellos, resultó ser una pareja. Él de Málaga y ella de Canarias que en un principio nos dejaron impresionados pues decian que venían de Roncesvalles y aunque sus etapas no eran superiores a los 60 Km. diarios, estos nos dijeron que no habían entrenado ¿más de una semana?. Nosotros pensamos en esos momentos, después de escucharles, que habíamos hecho los “primos” pues llevábamos preparándonos todo un año para poder afrontar el camino con éxito. ¿Nos habríamos equivocado en nuestra preparación?.


 








Desidimos aminorar la marcha, mientras Juan Manuel se dedicó a cambiar impresiones con su colega malagueño el resto de "buitres" es decir Paco, José Mª. y yo nos dedicamos a acompañar a la chica, que con sus cabellos rizados, pómulos salientes y labios carnosos nos había cautivado. Una cosa que nos llamó poderosamente la atención fue su indumentaria, pues no llevaba culote, si no una malla que realzaba su atlética figura. Así que ensimismados por sus exuberantes redondeces, circulamos un buen rato por una zona bacheada, pero nosotros, como si fuese la mejor de las autovías no notamos nada.


 








Después de compadecernos, interiormente, del dolor que podía sentir ese "deficado culíto" nos despedimos de ellos pues su ritmo era mas tranquilo y no pensaban llegar a Santiago hasta el día siguiente. Todo lo contrario que nosotros.
El camino poco a poco fue convirtiéndose en una senda protegida por una exuberante vegetación que nos hace circular bajo una bóveda verde, regalándonos una fresca sombra que nos aliviará de los rigores del sol durante casi toda la jornada.
Como os decía al principio, la presencia de peregrinos es masiva, y hoy nuestro saludo de “buen camino” no dejamos de decirlo en todo el día.

 



Pedaleando sin descanso, paramos en una de las pequeñas aldeas que sin solución de continuidad no íbamos encontrando. Como era hora de reponer fuerzas nos detuvimos en ella para tomar unas magníficas tostadas de pan gallego que nos sentaron estupendamente.
Con el estomago algo más lleno nos dirigimos a Palas de Reí donde sellamos en la Parroquia de San Tirso. Aquí le pedimos a unos peregrinos que nos fotografiaran a los 4 juntos y nos dimos cuenta que los conocimientos técnicos de Paco sobre fotografías son inagotables.


 






 


Resultó que la muchacha que amablemente se brindó a hacernos la foto, le preguntó que donde estaba el botón del zoom para hacer un encuadre mejor, y Paco con toda la cachaza que le caracteriza, le dijo, -na, na, na, na, déjate de zoom, da dos pasitos palante, y veras que bien sale la foto. Ante aquella salida de Paco, que no quería que le tocasen la cámara, nos reímos un montón de hay que en la foto salgamos todos con una alegre sonrisa.
Continuamos camino y nuevamente retomamos la pista que en algunos tramos se vuelve muy técnica, teniendo incluso que desmontar en alguna zona, para pasar por encima de troncos, que a modo de puentes, aparecen encima de los riachuelos que cruzan el camino.


 








Entre pista y pista, pasamos por algunas zonas asfaltadas donde podemos admirar pequeñas iglesias y órreos de granito gris con incrustaciones de musgo, que vamos dejando atrás en los márgenes del camino.
En una de estas pequeñas iglesias nos encontramos una linda chica embarazada que nos ofreció visitarla. Entramos, y en su interior vimos a un cura que parecía de los años 50 con su sotana explicando a dos peregrinas algo sobre la iglesia.


 


 
Al verme a mí, me dijo que me sumase a la explicación, yo que temía un rollo, le dije que no tenía tiempo. El me contestó que seria muy rápido, pero aun así no me sume al grupo. La verdad es que el hombre tenía una gran habilidad para resumir, pues antes de concluir el Padre nuestro que habitualmente rezaba yo, él ya había terminado.
Al finalizar me dijo ¿ves? ya he terminado, si hubieses atendido, te habrías enterado. El camino hay que tomárselo con mas tranquilidad. La verdad es que no le faltaba razón, pero cuando el tiempo de que dispones es el que es, no hay más remedio que aligerar.


 


 
A la salida de esta pequeña iglesia, Juan Manuel protagonizó uno más de sus muchos momentos de humor. Resulta que al pasar una esquina vimos un grupo de bicicletas que se alquilaban y vendían, y con lo hastiados que estábamos a estas alturas de nuestras monturas, Juan Manuel paró de repente y puso su bicicleta entre el montón, como una más de las que se vendían. Dado lo inesperado de su reacción nos provocó buenas carcajadas y paramos para inmortalizar el momento.


 


 
Siguiendo los caminos asfaltados paramos nuevamente, al poco rato, en el Ministerio Parroquial de San Juan de Furelos donde visitamos su capilla, nos atendió una simpática chica también embarazada, le preguntamos sí había epidemia en la zona y nos contestó que no, que simplemente era una coincidencia. Sellamos y seguimos camino.
Esta vez volvimos a retomar el campo y al comenzar un duro repecho rodeado de multitud de frondosos árboles, hicieron aparición las “meigas” pues de repente oímos un escape de aire y la rueda trasera de la bicicleta de Paco se quedó vacía en 2 segundos.


 



Con buen ánimo nos dispusimos a cambiar la cámara pinchada cuando descubrimos que no había pinchazo por ningún sitio, no obstante la cambiamos. En plena faena apareció un pequeño pícaro de unos 11 años con una bicicleta, que con su acento peculiar y desparpajo nos preguntó si teníamos algo para beber; le dijimos que sí, y le ofrecimos nuestros botellines, entonces él nos contestó que no quería beber, si no que nos ofrecía comprar bebidas un poco más adelante, pues junto a unos amigos, tenían montado un pequeño puesto y con el dinero que sacasen se irían de viaje de estudios con su colegio.


 


 
Permaneció con nosotros durante todo el arreglo de la bicicleta, y de esta manera asegurarse su negocio, como nos hizo gracia el chaval nos acercamos a su chiringuito y les compramos unos Acuarius que sacaron de debajo del mostrador, cuando nos fijamos bien a 10 metros del puesto había una máquina de bebidas frescas, comprendimos que esa era su fuente de abastecimiento, con la diferencia que ellos las vendían calentuchas, pero como nos resultaron simpático se las compramos y antes de seguir nos fotografiamos con ellos.


 



Ellos también como os dije al principio por la mañana no pude hacer mis necesidades y después de dos desayunos, mi urgencia era cada vez más perentoria, pero yo que soy según mis amigos un chico "Burberry" necesito unas condiciones de higiene y tranquilidad que no se daban, así que cada vez iba más “lastrado” y molesto.


Nos dio la hora de almorzar y no había en la zona donde elegir, así que paramos en el único sitio que encontramos, la carta era más bien escasa así que tuvimos que conformarnos con unos huevos fritos con chorizo, que por cierto mas que chorizos parecían palos de lo durísimos que estaban.
Sin hacer digestión, como era la norma en este viaje, reanudamos la marcha por esta zona boscosa, en un momento la vegetación del camino se hizo intransitable en bicicleta y tuvimos que bajarnos.



Después de un rato comprendimos que nos habíamos desviado de la ruta correcta y estábamos perdidos. A nuestro lado había unos peregrinos a pie igual de perdidos que nosotros a pesar de la brújula que llevaban, pero al poco volvimos a ver nuestra querida flecha amarilla y reemprendimos el camino.
Poco a poco la tarde se iba terminando y nos acercábamos al Monte del Gozo, la subida se nos hizo pesada pues ya llevábamos cerca de 7 horas dándole a los pedales.
Comenzamos la ascensión con duros pero cortos repechos, y en un momento de la ascensión nos llevamos un gran susto, pues nos encontramos a unos camicaces locales que a “tumba abierta” bajaban sin importarles la cantidad de gente que íbamos ascendiendo tanto a pie como en bicicleta.


 


 
Poco antes de coronar el monte del Gozo, en una zona urbanizada, encontramos a unos ciclistas que estaban entrenando con sus bicis de montaña.
Entablamos conversación con ellos y nos llevaron hasta el monumento que conmemora la concentración que realizaron los jóvenes junto al Papa Juan Pablo II, cuando visitó este lugar.


 


 
Mis colegas no habían dejado de sorprenderme a lo largo de todos estos días, pero el “colmo de los colmos” fue que en un repecho, poco antes de llegar al monumento, José Mª., con sus alforjas y todo, tuvo un pique con los chavales, pero ahí no queda todo, pues Paco que ve que salen disparados, responde al demarraje con una salida explosiva, dejando a todos sentados y al pabellón Malagueño-Ceutí en primer lugar.
La certeza de que habíamos llegado era evidente, en una de las vistas que tenía al lugar divisamos la catedral de Santiago, así que nos despedimos de nuestros nuevos amigos y comenzamos suavemente el descenso.

 


A la entrada preguntamos en un punto de información y turismo, y nos indicaron la manera de llegar a la plaza del Obradoiro. El tráfico era engorroso pues era denso y las calles estaban en obras, pero con paciencia y cuidado llegamos al casco antiguo donde todo era peatonal. La presencia de gente y peregrinos era masiva.



Nuestros corazones se encogieron pues después de tantos kilómetros habíamos llegado a la plaza del Obradoiro. Atrás quedan los repechos, calores, dolores de culo, y por que no, los buenos ratos de esta aventura. Dejamos nuestras bicicletas en el suelo y nos abrazamos felices y sudorosos.


 


 
Después de pedirle a una pareja que nos fotografiase, nos dirigimos a una de las oficinas de recepción de peregrinos y tras una cola de un cuarto de hora aproximadamente, mostramos orgullosos nuestras credenciales y recibimos a cambio la Compostela que acredita para siempre nuestra condición de peregrinos.


 


 
Terminado el trámite burocrático, nos fuimos al hostal La Salle, donde teníamos reservadas nuestras habitaciones. Por fin nos deshicimos de nuestras bicicletas, que tan estrechamente ligadas a nosotros habían estado, con la esperanza de no verlas más, bajo nuestros culos, durante un larga temporada.

Al llegar a la habitación por fin encontré las condiciones "Burberry" idóneas y pude soltar el “lastre” que tan agobiado me había traído durante toda la jornada.
Tras la ducha y ya sin la necesidad de tener que acostarnos temprano, fuimos a cenar sobre las 23,30 h. Encontramos en pleno barrio antiguo, un restaurante llamado “Casa Manolo”, que tenía un menú del peregrino por 6 euros que era en dos palabras, “im-presionante”.



Cenamos como verdaderos “leones” a base de costillas de cerdo, chipirones, vino de Albariño, y demás manjares. A la hora de pagar el dueño, por cierto muy simpático, nos sorprendió por su perspicacia, pues nada más vernos nos dijo ¿qué tal el camino en bici?.



Nosotros le dijimos que como sabia que habíamos peregrinado en bicicleta. Nos contestó que después de tantos años poniendo comidas a los peregrinos, simplemente viendo el moreno de sus caras y la forma de andar ya sabía todo lo que tenía que saber. Satisfechos por la cena nos fuimos a descansar pues al día siguiente dedicaríamos la mañana a visitar la Catedral y parte de la ciudad.



Nuestro sueño, con esfuerzo se cumplió


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