martes, 24 de noviembre de 2009

4ª Etapa Camino de Santiago



Frómista - León


Autores:

Arturo Murcia

Francisco Astorga

DESPLAZAMIENTOS:COMIENZO DEL CAMINO
CEUTA - BURGOS
BURGOS – RONCESVALLES
EL REGRESO DE LOS PEREGRINOS

ETAPAS:RONCESVALLES – ESTELLA
ESTELLA – BELORADO
BELORADO – FRÓMISTA
FRÓMISTA - LEÓNLEÓN – PONFERRADA
PONFERRADA – PORTOMARIN
PORTOMARIN – SANTIAGO DE COMPOSTELA

DATOS DE INTERES:
Según nuestros velocímetros.
Kilómetros recorridos, 109.24
Medía alcanzada, 16.90 Km. h.
Tiempo real en la Bicicleta, 6 horas 28 minutos.
Kilómetros acumulados: 441.38


Nuestra estancia en la casa del Centro Rural San Telmo, la recordamos como la mejor de todo el viaje pues además de su encanto en sí, hubo que sumarle la amabilidad de Araceli que nos acogió como si fuésemos familia suya.
Además de unas camas estupendas en un dormitorio amplio y rústico con unas vigas tremendas en el techo, Araceli nos tenía el café preparado en un termo por si queríamos tomarlo y nos compró magdalenas y otro tipo de dulces para poder desayunar.





Una vez aseados y vestidos de “personas" fuimos a ver la magnífica iglesia románica que hay nada más entrar en el pueblo, pero como siempre llegamos tarde y tuvimos que conformarnos con su visita externa.
Como el kilometraje de la jornada había sido abundante el hambre planeaba por nuestros estómagos y decidimos ir a cenar. Siguiendo la sugerencia de Araceli fuimos a un sitio muy simpático, pues la entrada era igual que un piso normal y al llamar a la puerta nos abrió una señora que nos pasó a un comedor que estaba dentro de una casa y que en realidad era una pensión.






Al poco de estar sentado y degustando una rica ensalada, entraron dos señores mayores que también iban a cenar. Nuestra conversación como siempre era poco seria y estaba yo contándole a Juan Manuel cual había sido el resultado de mi operación de hemorroide, por supuesto con un tinte humorístico, pero el tono que le di fue tan serio que empezamos a reímos de tal manera que las lágrimas se nos saltaron. Pero como el tema no era para alzar la voz, en realidad lo que parecía, era que nos reíamos de los dos señores que compartían comedor con nosotros. Y más ganas de reír nos entraron. Terminada nuestra cena tan divertida, decidimos que al día siguiente iríamos por carretera o pistas según nos conviniese.





Como siempre nos levantamos a las 7,30 h. después de una magnífica noche de sueño en esas camas tan buenas y con el silencio que imperaba en al tranquilo pueblo de Frómista.
La pequeña sorpresa del día se la llevó José Mª. pues días atrás nos dijo que el 29 era su cumpleaños así que a la hora del desayuno le cantamos el cumpleaños feliz y lo celebramos con magdalenas y cafelito.


Tras la sencilla celebración nos despedimos de nuestra agradable estancia y sintiendo el frescor de la mañana pero intuyendo el calor que posteriormente nos acompañaría comenzamos a pedalear. En principio decidimos ir por carretera ya que la pista es paralela a esta con lo cual avanzamos más rápido y más cómodo. A estas horas tempranas de la mañana encontramos a muchos peregrinos a pie que como siempre al grito de "buen camino" los vamos dejando atrás. Cada vez vemos a más, y es porque poco a poco nos vamos acercando a Santiago de Compostela.





La primera pequeña parada la hacemos en Población de Campos, pues al pasar vemos una estatua de un peregrino antiguo que nos llama la atención y decidimos fotografiarnos con él.
Una vez fotografiados seguimos por el mismo camino y unos kilómetros más adelante volvemos a parar en Villalcazar de Sirga donde visitamos su iglesia y liberamos durante unos momentos nuestros castigados culos de la tiranía que nos imponen los sillines de nuestras bicicletas.






Seguidamente continuaremos hasta Carrión de los Condes donde paramos y decidimos tomar una magnífica pista, recta, y con buen firme que transita por unos amplios campos castellanos y que nos ahorraron unos kilómetros en el computo total de la jornada comprobando además que estamos en el buen camino pues la afluencia de peregrinos es notable.





Al finalizar esta pista llega la hora del bocadillo y sobre las 11,30 h.
en Villalcazar de Sirga decidimos parar en el hostal-cafetería "Camino Real", allí pedimos unos magníficos bocadillos de tortilla y conocimos al grupo más peculiar del camino.






Resultó que junto a nuestra mesa estaban disfrutando de un suculento tentempié un grupo de jóvenes de distintas edades con dos personas mayores, todos eran muy parecidos e iban estupendamente limpios y equipados. Como el “camino" se presta a la confraternización les preguntamos sí eran familia y el señor nos comentó que todos eran hijos suyos menos dos que eran amigos, pero nuestra sorpresa fue cuando nos dijo que todos sus hijos no habían podido viajar con ellos, pues tenían 14, y ponerse todos de acuerdo había sido imposible.













Tan simpático fue el suceso que nos hicimos fotos con ellos antes de seguir nuestro camino.
Al continuar lo hacemos por pista y rápidamente retomamos la carretera que nos lleva hasta Sahagún donde sellamos en un centro de atención al peregrino.
Aquí en Sahagún me ocurrió una cosa curiosa.






Resulta, que nuestra reserva de protector solar había tocado a su fin y decidimos entrar en la farmacia para reponer el producto. Nada más entrar la tensión del ambiente casi se podía cortar con un cuchillo, la gente guardaba un orden perfecto y cuando me tocó a mi comprendí el motivo. La farmacéutica era un sargento, pues un señor, que supongo que sin maldad, intentó pedir sin que fuese su turno, fue recriminado por esta con gran energía y acritud. Así, que me tocaba a mi y tímidamente le pedí un protector solar que se disolviese bien, me entregó uno y comencé a extenderlo sobre mi mano, en ese momento y con una mirada que me atravesó por completo me dijo en tono cortante: - Oiga, ahora ese producto se lo tiene que llevar.





Yo con un hilo de voz le dije que por su puesto que ese producto era el que yo deseaba, pero os juro que aunque hubiese sido tocino, me lo hubiese llevado igual.

Terminado el incidente con la “simpática farmacéutica” abandonamos Sahagún y seguimos hasta parar en una fuente para rellenar nuestros botellines y de paso conocer a una pareja de sudamericanos que estaban peregrinando como nosotros y además saludamos a otro peregrino que tenía la mala “suerte" de llevar de la mano a dos peregrinas que nos parecieron "muy simpáticas", o, ¿Sería la falta de féminas que ya empezaba a notarse?.





Dejando a un lado los “malos pensamientos" seguimos hasta el Burgos Ranero en cuyo camino nos encontramos con un personaje peculiar. Resultó que un señor de unos 60 años más o menos, iba en su bicicleta de paseo. Por supuesto lo saludamos y le comentarnos que veníamos de Roncesvalles e íbamos hacia Santiago, el hombre nos comentó con total seriedad que si se reencarnaba alguna vez, le gustaría que fuese en gato para tener siete vidas y una emplearla en hacer el camino de Santiago.













En el Burgo Ranero, nos volvieron a dar indicaciones sobre el camino a seguir y durante este trayecto nos alcanzaron dos maños que también iban en bicicleta y que llevaban muy buen ritmo. Contagiados por ellos, y por aquello de la "honrilla" apreté los dientes y seguí la velocidad de todos.

Fuimos juntos hasta Reliegos donde nos separamos pues ellos no pedaleaban después de comer. Nos fotografiamos con ellos e intercambiamos nuestras direcciones de correo electrónico para enviarles posteriormente las fotos.

Nosotros seguimos hasta Mansilla de las Mulas con un calor insoportable y aquí decidimos comer, que como siempre lo hicimos muy bien y como anécdota, nos comimos unos jurelitos a la plancha estupendos, cosa que nos extrañó pues en tierras leonesas no era lo normal, pero que cogimos con muchas ganas pues ya llevábamos varios días comiendo carne.

Una vez acabada la comida comentábamos sobre nuestro estado físico después de tres jornadas y media de bicicleta, y todos coincidimos que nuestra parte más afectada era, el culo. Pero el punto preocupante, lo puso Juan Manuel, al enseñarnos las rozaduras que el calzoncillo bajo el culote le había producido y nos dijo con total seriedad que pensaba abandonar, e incluso había pensado en la posibilidad de volver a Málaga en avión. En ese momento Paco le comentó con cara de extrañeza que como se le ocurría hacer eso y le sugirió que se quitase los calzoncillos y
que pedalease solamente con el culote, así que siguiendo su consejo, se fue al servicio se impregnó toda la zona afectada con “toneladas” de Mytosil. (la crema milagrosa) y lo convencimos para que pospusiera su decisión hasta la mañana siguiente.
Abandonamos Mansilla de las Mulas bajo un sol justiciero, pero con la alegría de que no nos quedaban más de 30 Km. para llegar al final de etapa, así que aunque estaba en mi hora “tonta” le di a los pedales y por carretera nos fuimos acercando a León.
Cerca de la capital el tráfico se hizo denso y se convirtió en una autovía en toda regla, surgiendo el único roce de los diez días entre José Mª. y Juan Manuel, pues uno quería entrar por la pista, con lo que había que volver hacia atrás, y el otro decía que no, que entrásemos por carretera.
Al final, empujando la bicicleta y por el carril izquierdo caminamos un trecho y retomamos la ruta tradicional que nos llevó hasta el centro de León.
Nuestro hostal, “Guzmán el Bueno”, estaba en el mismo centro. Antes de instalamos elegimos al azar las habitaciones y a Paco y Juan Manuel les tocó (como siempre) la peor, que a lo largo de la noche tuvieron que cambiar pero ese tema lo tocaré en la jornada de mañana. Así, que en principio tras nuestra ducha reparadora decidimos damos una vuelta para visitar la catedral, que como os podéis imaginar solo vimos por fuera, pues el horario de visita ya había terminado.

Pero esto no fue motivo de tristeza pues en esa fecha León estaba en ferias, había mucho ambiente por las calles que estaban repletas de gente.





Así que nos dedicamos a conocer el barrio antiguo que allí denominan barrio húmedo, decidiendo que esa noche cenaríamos de tapitas como así hicimos y donde las pequeñas diferencias que surgieron en la entrada a León quedaron olvidadas al regar nuestras gargantas con unos exquisitos vinos de la zona.
Tras probar una magnífica morcilla y unos chorizos picantes fuimos a refrescar nuestras bocas con unos helados y posteriormente nos acostamos.








La noche tuvo su gracia pero eso lo conoceréis en la siguiente etapa.




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